Macbeth (Tragedia en 5 actos por W. Shakespeare. La acción ocurre en 1037)
Acto I
Macbeth, barón de Glamis, capitán del ejército escocés al
que comanda juntamente con Banquo,
obtiene una gran victoria sobre los noruegos quienes son apoyados por un
traidor escocés: el barón de Cawdor a
quien Macbeth derrota y degüella. El rey escocés Duncan y sus hijos Malcolm
y Donalbain,
están felices. Exaltado por el triunfo, el rey ordena anunciar la muerte de
Cawdor, el despojo de su título y la cesión de éste a Macbeth, como premio a su
victoria. (Macbeth en ese momento no lo sabe).
Tres brujas, antes de la batalla, han tenido una
reunión (en realidad con este pequeño aquelarre principia la obra) y se
prometen juntarse después de la batalla para encontrarse con Macbeth. Cuando
éste va de regreso al campamento del rey, acompañado de Banquo, felices los dos
(“¡qué
día loco y hermoso! dice Macbeth”), se encuentran a las brujas en los
matorrales. A pedido de Banquo para que hablen, las brujas saludan a Macbeth
como barón de Glamis y de Cawdor y le pronostican que será rey, y a Banquo que
no será rey pero si padre de reyes.
Camino del campamento real, Macbeth y Banquo cambian
impresiones sobre lo dicho por la brujas, están optimistas, Banquo quizás
alegre y Macbeth pensativo y caviloso pues la predicción de las brujas ha
calado en su ánimo.
Llegan al palacio real y el rey los colma de elogios,
nombra a Macbeth barón de Cawdor, y felicita calurosamente a ambos. En su
euforia nombra a Malcolm, su hijo, heredero y príncipe de Cumberland.
Al oír Banquo que Macbeth es ya barón de Cawdor dice
para sí: “¿puede el diablo decir la
verdad?”, pues la primera parte de la profecía brujeril -vale decir diabólica-, se ha cumplido. (Papini dice que “diablo” significa el
engañador, el embaucador).
La mente de Macbeth es un torbellino. Lo dicho por las
brujas lo ha trastornado, está obsesionado. La ambición del poder se ha
apoderado de él. Sin embargo lucha contra los malos pensamientos, contra la
idea de asesinar al rey y a Malcolm, su heredero. Su indecisión es tal que
llega a pensar en dejar todo al natural correr de los acontecimientos, en no
intervenir.
El rey anuncia su deseo de ir a Inverness, al castillo
de Macbeth, para halagarlo. Macbeth se adelanta para hacer los preparativos y
envía una carta a Lady Macbeth en la
que le cuenta todo. Lady Macbeth adopta con energía la idea de los asesinatos e
inyecta al marido el brío que se necesita para llevarlos al cabo, incluso le
dice que ella se encargará de preparar todo. La resolución criminal es tomada por la pareja.
AGR: ¿Influye el
hecho de conocer el futuro, aunque sea a través de un medio como el de las
brujas, en la conducta posterior de los individuos? Aunque en un tono más
desenfadado y en otra época y otras circunstancias, hay que recordar “El crimen
de Lord Arthur Savile” de Oscar Wilde.*
Lady Macbeth pide a las potencias superiores que la
auxilien para llevar adelante la terrible empresa: “que la despojen de su feminidad para tener el valor de acometer el
crimen”.
* Lord Arthur, obsesionado con
el vaticinio que le ha hecho un quiromántico en el sentido de que va a asesinar
a alguien, intenta matar a dos de sus parientes sin lograrlo, desesperado, vaga
por Londres tratando de librarse del augurio, matando a alguien. Pasa en su
deambular por el puente de Londres y ve al adivino acodado en la barandilla del
puente en actitud pensativa. Resuelto, Lord Arthur lo toma de las piernas y lo
lanza al río, matándolo. Se ha librado del augurio y se siente tranquilo. Wilde
acaba diciéndonos que lord Arthur se casó y vivió feliz, él quién no creía en
esas patrañas y que no había pasado por su mente asesinar a nadie. AGR
Acto II
Llega la comitiva al castillo, instalan al rey en una
habitación con sus dos chambelanes y en otra a Malcolm y a Donalbain. Banquo y
su hijo Fleancio comentan en el patio del castillo los acontecimientos. Se les
reúne Macbeth y Banquo hace mención de que la 1ª parte de la predicción se ha
cumplido, Macbeth asiente y le da a entender sus intenciones de “ayudar” a que
se cumpla la segunda parte. Le promete que a los dos les irá muy bien.
Banquo al irse a dormir, irresoluto y pensativo pide a
“los espíritus misericordiosos que aparten los malos pensamientos que vienen con el sueño”.
Con muchas dudas y titubeos, disipados por la malvada
Lady Macbeth, (“cuando toque la campana
será la señal de que todo está listo” le dice a su marido), Macbeth asesina
al rey Duncan. A los ayudantes les ha dado la castellana Lady Macbeth, un brebaje que los tiene adormilados y al
borde de la muerte. No se dieron cuenta del crimen. Como algo sobrenatural y
siniestro antes y después del crimen se oyen unos aldabonazos que nadie ha
dado. “Parece que llaman a las puertas
del infierno” dice un criado.
Macbeth, atormentado, siente remordimientos de
conciencia. Cree ver a la puerta de la recámara real una daga ensangrentada que
lo impresiona fuertemente. Su esposa lo sacude de su marasmo con palabras
duras: “los que duermen y los muertos no
son más que sombras, sólo los niños se espantan ante la imagen del diablo”…
“tienes que hacer lo que temes hacer”.
El noble Macduff
muy temprano va a despertar al rey porque éste así se lo había pedido,
entra al aposento y lo encuentra muerto de 20 puñaladas. Sale dando gritos que
despiertan a los demás nobles. Macbeth, fingiendo, entra a la habitación y en
el “colmo de la ira” mata a los chambelanes a los que previamente había
manchado con la sangre del rey. Los culpa así del asesinato.
A los gritos y con el ajetreo los príncipes Malcolm y
Donalbain despiertan, se enteran de lo ocurrido, presienten que todo es un
complot, que sus vidas están en peligro y deciden escapar a Inglaterra y a
Irlanda respectivamente.
Su huída hace suponer a los nobles escoceses que los
príncipes son los culpables del asesinato y deciden investir como rey a
Macbeth.
Las dudas de Macbeth, sus remordimientos, su natural
bueno, lo hacen oír una voz: “No duermas más, Macbeth asesina al
sueño, ese bálsamo de los espíritus doloridos, ese elemento primordial del
festín de la vida, ese baño de las fatigas del día… No duermas más: Glamis ha
asesinado al sueño y por eso Cawdor no
dormirá más.
Macbeth no dormirá más”.
Acto III
Macbeth ya es rey, en Forres, el palacio real, el nuevo
rey está vestido ya con sus ropajes reales.
Siente recelos de Banquo porque es el único que sabe
de las predicciones y para estar tranquilo decide matarlo a él y a su hijo
Fleancio. Contrata a dos asesinos y los examina para asegurarse de su aptitud
pues según dice “Hay diferencias entre
los hombres, como hay diferencias entre los perros”.
Va a dar una fiesta en la noche y le pide a Banquo que
no vaya a faltar, porque es el invitado principal. Banquo responde que sí
asistirá pero que antes va a dar un paseo con su hijo. Al regreso del paseo los
asesinos lo matan, pero Fleancio logra escapar.
La fiesta se inicia. Macbeth hace notar la ausencia de
Banquo. Aparece en la puerta del salón uno de los asesinos, llama al rey y le
comunica la muerte de Banquo y la huída de Fleancio. “Otra vez me invade la preocupación” se dice Macbeth. Los nobles le
piden que se siente pero al ir a ocupar su asiento encuentra que alguien está
sentado allí. Es la sombra de Banquo
que sólo él ve. Macbeth se desquicia, delira, increpa a la sombra: “no agites ante mi tu ensangrentada
cabellera”. Lady Macbeth lo disculpa con los asistentes y trata de
infundirle valor: “¿no dices que eres
hombre?” – “Sí y tan temerario que me atrevo a hacer frente al mismo diablo”, le
contesta Macbeth. La sombra
desaparece y la fiesta continúa, Macbeth recobra la cordura pero la sombra
vuelve a manifestársele y él vuelve a delirar y a desafiarla, la sombra
desaparece definitivamente pero la fiesta se ha echado a perder. Macbeth, lleno
de incertidumbre y de temores decide ver a las brujas nuevamente.
Los nobles ya han adivinado todo, comentan que el rey Eduardo de Inglaterra ha acogido a
Malcolm y que le ha prometido ayuda.
AGR.- Hay una escena en que
aparecen las brujas, pero no influye en la trama. Macbeth aunque desquiciado:
“tendrá que correr la sangre, porque la sangre clama sangre”, conserva algo de
su original buen corazón pues reflexiona: “mi extraño comportamiento se debe a
miedo a lo desacostumbrado: acabo de nacer al crimen”.
La que permanece dura y mala es
Lady Macbeth.
Acto IV
Las
brujas se encuentran en una caverna en un aquelarre, bailan y cantan en torno a un cazo, haciendo sus cocimientos con
substancias e ingredientes raros; de pronto una de ellas exclama que siente una
picazón, que alguien malo, alguien malvado se acerca; es Macbeth. Éste las
increpa, les ordena que por medio de sus conjuros le digan el futuro; ellas le
preguntan si prefiere que sus genios directamente se lo digan y el asiente.
Tres apariciones se hacen presentes:
1ª
aparición. La cabeza de un guerrero con yelmo le dice: Macbeth, Macbeth, cuídate del barón de Fife,
cuídate de Macduff…
Desaparece.
2ª aparición. Un niño ensangrentado le dice: no temas a nadie, sé sanguinario, acomete,
porque nadie nacido de mujer puede hacerle daño a Macbeth… Desaparece
3ª aparición. Un niño coronado y con un árbol en
las manos: Sé arrogante, enfréntate a
todos: Macbeth no
será vencido hasta que el bosque de Birnam
suba a la colina de Dunsinane
(Macbeth ya vive en ese castillo)… Desaparece
Después aparece un desfile de 8 reyes y al último la sombra de Banquo con un reloj de arena. Desaparecen todos y las
brujas.
Por lo que dijo la 1ª aparición Macbeth
envalentonado y queriendo estar completamente seguro, decide matar a Macduff, pero al mandar a sus asesinos, encuentran que éste
ha huído ya a Inglaterra. Los asesinos solo
encuentran a Lady Macduff y a su pequeño hijo. Matan
al niño y la dama escapa gritando “asesinos”.
Mientras tanto en Inglaterra, en el palacio del rey inglés, -quien por
cierto tiene el don de curar la escrófula-, Malcolm y
Macduff se duelen del estado en que se encuentra su
patria, expoliada y tiranizada por Macbeth, “busquemos una arboleda solitaria y ahí
lloremos la tristeza de nuestros corazones”. Llega de Escocia un noble, el barón de Ross
y les dice que muchos nobles escoceses han huido por
el descontento que sienten y que están esperando a Malcolm
con la ayuda inglesa para derribar a Macbeth. El rey
inglés ha destinado 10,000 hombres al mando del barón de Siward para ese propósito. En
una de las pláticas entre Macduff y Malcolm, éste, sorprendentemente le dice al barón de Fife que él, (Malcolm), es un
libertino, un lascivo, avaricioso, codicioso y rapaz… que con él como soberano
le iría peor al reino (quizá lo dice para probar su lealtad), Macduff no sale de
su asombro, está desconsolado, pero entonces Malcolm
le confiesa que todo lo que ha dicho es mentira, que él es casto, que no ha
conocido mujer, que se tranquilice… Macduff ya
tranquilo le pregunta con ansia a Ross por su esposa
e hijos y Ross apremiado le confiesa que todos han
sido asesinados. No hay más remedio que la guerra.
Para dar ánimo a Macduff que está
afligidísimo, culpándose de lo sucedido por haber abandonado su hogar, Malcolm lo arenga: “¡Los
poderes celestiales nos ayudan, estimula tus ánimos, la noche no es tan larga
que no dé paso a la aurora!”. Macduff le contesta: “como tú no tienes hijos, no sientes el dolor”.
Acto V
El ejército inglés mandado por el barón de Siward
que, junto con los nobles escoceses
apoyan a Malcolm está en las cercanías de Dunsinane junto al bosque de Birnam.
En el castillo, Lady Macbeth se encuentra
enferma, sufre de sonambulismo, camina despierta y tiene una obsesión: se frota
las manos enérgicamente como queriendo limpiárselas de una sangre que sólo ella
ve. Es la sangre de Duncan, y de los Macduff, “No alcanzarían todos los perfumes de Arabia
para quitarme este olor a sangre”, dice. Macbeth se desespera con el doctor que
la atiende, le pide tirar esas medicinas inútiles. Quiere que le dé algo para
hacerla olvidar, “un antídoto que limpie
el pecho de ese material que oprime el corazón”. Los remordimientos han
acabado con la malvada Lady Macbeth. El doctor opina
para sí que el mal de Lady Macbeth es uno que no se cura con medicinas. (Un
comentarista actual dice que es ya una alusión a males psiquiátricos)
Las noticias que llegan son alarmantes: el ejército enemigo se acerca, Macbeth pide que lo vistan con su armadura y confiado en
las predicciones decide luchar hasta lo último “no como ese tonto romano que se dio muerte por propia mano”. Sin
embargo se siente viejo y derrotado por la vida. Seyton, ¿dónde estás Seyton?,
grita y luego para sí: “He vivido mucho, mis días se marchitan como
las hojas cuando amarillean y no espero los honores que acompañan a los viejos:
amor, obediencia, amigos…”
En Birnam Malcolm da
la orden de que los soldados corten una rama de árbol y la lleven frente a
ellos para ocultar su número a los ojos de los hombres de Macbeth.
El ejército anglo-escocés avanza hacia Dunsinane
pareciendo un “bosque que se mueve”.
Le informan a Macbeth que su esposa ha muerto,
aparentemente por propia mano, y él se lamenta de no poder dedicarle más tiempo
a ese trance doloroso incluso le reprocha: “Debiera
haber retrasado su muerte”
Le informan que un bosque, una arboleda, avanza hacia Dunsinane: la profecía que parecía imposible se cumple.
Siente Macbeth que ha sido engañado por las brujas y
pierde su firmeza pero llama a las armas y decide “morir con el arnés puesto”.
Al primero que encara es al joven Siward, hijo
del barón del mismo nombre, y lo mata. Confiado en que “no hay nacido de mujer que pueda hacerle daño” se enfrenta a Macduff quien lo injuria y lleno de ira lo acomete, Macbeth le pide no pelear, que se retire, pues está lleno
de sangre de los Macduff y le informa que seguramente
morirá a sus manos ya que “su vida está
protegida por un hechizo” (no hay nacido… etc.). Macduff
lo desengaña pues le dice que lo han sacado prematuramente de la matriz de su
madre muerta, es decir “que no ha nacido de mujer”. Pelean y Macduff lo mata y le corta la cabeza. (“En guardia Macduff,
exclama Macbeth, según dice Joyce”)
El castillo de Dunsinane ha caído, Siward avisado por el barón de Ross
de que su hijo ha muerto gloriosamente, se duele pero se siente orgulloso por
el comportamiento varonil de su joven hijo.
Rodeado de sus nobles, Malcolm es investido rey de Escocia entre los vítores y
aclamaciones del ejército. Él, orgulloso y agradecido
nombra a sus caballeros o barones (Thanes) con el
nuevo título de Condes (Earls).
Fin de Macbeth
Comentario
¿Qué podemos comentar
acerca de esta tragedia, una de las más dramáticas de Shakespeare?
Lo primero que me
llamó la atención fue el cambio de actitud de Macbeth al oír a las brujas
profetizar acerca de su porvenir. Recordé de inmediato algo que personalmente
me sucedió hace muchos años: Me encontraba trabajando en Cárdenas Tabasco
instalando alcantarillas en el “Plan de la Chontalpa”, una obra importante que
serviría para drenar las zonas pantanosas y hacerlas productivas. Habíamos
construido un jacalón que servía como campamento para mí y para mis
trabajadores; unos cuarenta hombres en total. Aclaro que soy ingeniero civil.
Un día cualquiera, se asentó cerca un grupo de gitanos que al poco tiempo se
allegaron a nosotros para vendernos baratijas y para leernos la buenaventura
por unas cuantas monedas. Muchos de los trabajadores, hombres rudos, aceptaron de
buena gana, pero yo me negué a darle la mano a la gitana que pretendía leer en
ella mi porvenir. Lo hice porque no creo en eso y por cierto temor
supersticioso que en aquel momento me invadió y que nunca quise reconocer. La
mujer se enojó y creo que me vaticinó males. Aquello, lo confieso con rubor, me
caló profundamente. No me pasó lo que a Macbeth y a Lord Arthur Savile, es
decir, no influyó ni en mi conducta ni en mi vida, pero aún lo recuerdo con
claridad.
Volvamos al
comentario. La mala acción de Macbeth y su esposa, auspiciada por la profecía y
la ambición, los condujo a cometer excesos espantosos, pero ¿qué nos quiso
decir Shakespeare?, porque no solo narró de manera genial los hechos, sino que
nos conduce por los laberintos de la mente humana, desde el incubamiento del
crimen hasta el arrepentimiento de los autores: Macbeth sabe que hizo mal, ya no puede dormir (“Glamis asesinó al
sueño”) y se conduele de saber que en su próxima vejez no gozará de los honores
que acompañan a los viejos. Lady Macbeth enloquece, siente y huele la sangre y
en su desesperación lava y lava sus manos sin lograr la tranquilidad . . .
La contestación fácil
a la pregunta que nos planteamos arriba, es que el crimen no paga, y que el mal
será castigado de una manera u otra, pero esa respuesta es demasiado simple;
Shakespeare nos hace pensar y provoca en nosotros reflexiones hondas sobre la
complejidad de la conducta humana en general, y de la de uno mismo . . . lo que
muchas veces nos causa miedo.
Además de mantener
una tensión casi insoportable en los espectadores, logró el autor un éxito de
taquilla excepcional, pues según opinión de Goethe, que mucho sabía de eso,
nuestro escritor y empresario tenía que pensar en que era el sostén de toda una
compañía de actores, tramoyistas, etc. y que, por lo tanto, la obra debía
atraer al público. Lo que alcanzó Shakespeare sobradamente.
Américo García Rodríguez, 2007